sábado, 31 de mayo de 2014

Hasta siempre, Bremen

Bremen, ha llegado el momento de despedirnos. Me muerdo los carrillos para que no se me escapen lágrimas. Tú me has dado mucho. Incluso más de lo que me podía imaginar. Cuando nos conocimos era un jovenzuelo con largas patillas que no conocía mucho mundo. Nunca me dijiste que esas patillas me quedaban fatal. Pero bueno, eso es algo que siempre quedará para echarse unas risas en el futuro.